Estimado Luis:
Nadie se ha corrido. Estoy aquí para poder enseñarte la Palabra de Dios. Lee por favor los últimos correos que escribí en el blog anterior para que veas mis respuestas a tus dudas.
No obstante, en cuanto a tus dudas sobre el día de reposo, como ya te indiqué, no hay ningún mandamiento en el Nuevo Testamento para guardarlo.
Por tanto, te agradeceré que para seguir conversando sobre este tema de guardar el sábado, muestres un solo versículo del Nuevo Testamento en que se nos indique que debemos guardar el sábado.
Te voy a esperar, aunque me temo que me voy a cansar de viejo, porque no existe ningún versículo, pero si quieres conversar sobre este tema de guardar el sábado, no importa, te doy la oportunidad de seguir conversando. Muestrame un solo versiculo del nuevo testamento en que se da el mandamiento de guardar el sabado.
Por lo pronto, te digo que los primeros cristianos se reunieron el primer día de la semana (domingo), para celebrar la Cena del Señor y para compartir las enseñanzas, como lo muestra Hechos 20:7. También enseñaron que las reuniones de las colectas, debían ser cada primer día de la semana como lo dice 1 Co 16:2. Este primer día de la semana se lo dedicaron al Señor Jesucristo, pues en domingo, Nuestro Señor Jesucristo resucitó como lo dice Mateo 28:1 y lo llamaron el día del Señor como lo dice Apoc 1:10.
En cuanto a las ordenanzas de guardar el sábado, los primeros creyentes reconocieron que habían sido derogadas como lo enseña Ef 2:15 con la muerte y la resurrección del Señor y no tenía ningún sentido guardar estas ordenanzas, como lo aprobó el Concilio de Jerusalén, tal como se muestra en Hechos 15, pues la salvación es por gracia y no por obras como lo dice Ef 2: 8 y 9.
Por otro lado, un tema más importante que es el de la salvación. Uds. dicen que es por obrar y por creer y recibir- entre otras cosas- en la diosa madre. En este tema, también te reto a que muestres un solo versículo que pruebe la existencia de la diosa madre en la Biblia.
Vamos, te espero.
Finalmente, con gusto te sigo aclarando tus dudas, a ti que eres un maestro de la ley. Yo no lo soy, soy un simple creyente que lee la Biblia, pero me da mucho gusto enseñarte la Palabra de Dios a ti un doctor de la ley.